domingo, 12 de septiembre de 2021

Ilona Kék

Kék significa "azul" en húngaro. Es una bonita palabra, un tanto misteriosa. Kék... Corta, sonora, contundente, exótica... Aunque no es tan misteriosa cuando se conoce su significado, no por ello deja de ser sonora o exótica. Me la apunto.  

Meses después de despedirme del Gaviero y dejarlo atracado en el Port Olimpic de Barcelona, tras buscar sin demasiada convicción, encontré otro barco. O como sucede muchas veces en la vida, él me encontró a mi. Y esos meses fueron raros. En realidad todo el año estaba siendo raro. Y así me sentía yo, raro. Nunca en los últimos quince años había estado sin barco. Sin un barco que además había sido mi casa la mayor parte del tiempo. Así que no fue fácil. Ni la despedida de uno, ni el encuentro con el otro. Ni siquiera fue fácil decidir si quería seguir navegando, o si mis días de marino habían tocado a su fin. Pero no había mucho que hacer salvo seguir adelante. Llega un punto en la vida en el que hagas lo que hagas las cosas siguen su curso. No depende de tí. Solo hay que esperar. Igual que se espera al viento durante la calma y a la calma durante la tempestad. Has hecho todo lo que has podido, te has entregado, te has preparado, has luchado... A esperar... 

Así que la vida siguió su curso; la tristeza y la desidia dieron paso a nuevos proyectos y el marino revivió.
Ahora hay que crear nuevos sueños y poner a punto y darle personalidad al nuevo compañero. 
Ponerlo a punto es cuestión de trabajo, echar mano de la experiencia adquirida y ponerse manos a la obra. Trabajar duro y con ilusión, revisar cada parte del barco, probarla, reparar lo que no funciona, equiparlo para surcar el mar con seguridad, navegarlo y llegar a entenderlo, a ser uno. 
Dotarlo de personalidad ya es otra cosa. Hay barcos anodinos, descuidados, aburridos... Y otros cálidos, amistosos, evocadores, propicios a las reuniones de amigos en la cabina y a las largas rutas hacia puertos desconocidos. 

El nombre, fundamental... Repetir quedaba descartado. El Gaviero II no se contemplaba. Definitivamente no habría otro Gaviero. Pero se podía continuar con el sentido del nombre. Una especie de segunda parte. "Ilona llega con la lluvia", la novela de Álvaro Mutis en la que aparece la compañera inseparable de Maqroll. El nombre de mi hija. Si... De algún modo el Gaviero seguiría estando ahí. Ilona... Nombre húngaro. Elena en español. Kék... Azul... ¿por qué no? Ilona azul... Ilona Kék.. Si... Suena bien. ¡Decidido! El nuevo barco se llamará Ilona Kék.







El Gaviero sigue en mi pensamiento y todas las aventuras vividas con él, muchas de las cuales están recogidas en este blog, siguen muy presentes en mi recuerdo. Pero ahora ha llegado el momento de continuar planeando y recordando futuras y antiguas navegaciones. Aunque el nombre del barco ha cambiado, este blog se seguirá llamando igual. En homenaje a mi compañero y porque así es como acabaron llamándome a mí muchos de mis amigos... En las siguientes entradas trataré de alternar aventuras marítimas con algo de literatura y viajes por tierra. Mientras, comienzan los trabajos a bordo.