sábado, 6 de mayo de 2017

Maestros italianos

“The sea, autum mildness, islands bathed in light, fine rain spreading a diaphanous veil over the immortal nakedness of Greece. Happy is the man, I thought, who, before dying, has the good fortune to sail the Aegean Sea.”

Zorba the Greek


Alessandro habla con una voz profunda y cautivadora. Habla pausadamente eligiendo bien las palabras, y habla con una sonrisa perenne bajo su bigote blanco.
Habla español con suave acento italiano y habla griego con la fluidez adquirida después de navegar todos los años durante más de veinticinco por las islas del Jónico.
Él y su pequeño velero, el “Itaca”, son conocidos desde Corfú hasta Zante, y con la misma tranquilidad con la que habla, navega. Despacio. Saboreando el tiempo y las conversaciones. Liando y fumando tranquilamente cigarrillos y bebiendo cerveza y ouzo con los amigos.
En Italia era maestro en una escuela. Un maestro vocacional y seguramente de los buenos, de los que dejan huella en sus alumnos.
En otros tiempos tuvo una novia vasca y con ella se fue a Bilbao a vivir y a construirse un barco para dar la vuelta al mundo, aunque en aquélla época no tenía ni idea de navegar. Al final, como sucede tantas veces, ni el barco navegó ni la novia duró.
De modo que de vuelta a Italia conoció a Flavia, la maestra rubia de ojos azules, expresividad de actriz  y desbordante simpatía que acabaría siendo su compañera hasta la actualidad y que navega con él durante sus travesías estivales por Grecia.
Alessandro hace mucho que no trabaja. Tuvo que abandonar a sus queridos alumnos cuando le dio un ictus que le dejó paralizado medio cuerpo y sin poder andar. Los médicos no le dieron muchas esperanzas, pero finalmente lo consiguió. Volvió a caminar y volvió a navegar. Y volvió a fumar y a beber y a disfrutar de la vida.
Juntos (cada uno en su barco), recorrimos muchos puertos y fondeaderos del Jónico: Killini, Poros, Ay Eufemia, Sívota, Meganisi, Preveza…
Juntos bebimos incontables Fix y ouzos y charlamos y disfrutamos de la alegría de vivir bajo el sol y las estrellas del verano griego.
Con él y con Flavia descubrí rincones que probablemente solo no habría visitado. Con ellos, mi soledad fue más leve y cuando a finales de octubre nos dijimos adiós, tuve la certeza de haber conocido a dos personas excepcionales.
Me alegré mucho cuando al verano siguiente nos volvimos a encontrar, aunque fue un encuentro breve, ya que yo tenía que emprender la travesía de vuelta y nuestros caminos estaban llamados a separarse. Así es la vida de los navegantes…
De todas formas, a mis amigos los maestros italianos, desde aquí y aunque hace ya tiempo que no los veo, quisiera decirles: Gracias. Por haberme dado su amistad y por ser una pareja singular que hace de este mundo un lugar mejor.


“El mar, el templado otoño, islas bañadas en luz, lluvia fina esparciendo un diáfano velo sobre la inmortal desnudez de Grecia. Feliz el hombre, pensé, quien antes de morir, tenga la buena fortuna de navegar el mar Egeo.”


Tomando ouzos en la calle frente a la taberna más antigua de Preveza


A bordo del "Itaca"

2 comentarios:

  1. Cómo decirte?...
    Creo que no he dejado nada por leer.
    Me encanta lo fácil que ha sido ser transportada a todos estos lugares a través de tus letras.
    Tu forma de transmitir hace que se Ame la mar tal como tu la Amas.
    Tienes una estrella sobre ti.
    Un abrazo.
    Loly Luna

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    1. Gracias Loly,me alegra que te haya gustado.. En breve continuare publicando.
      Un abrazo.

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