Dos semanas en el varadero. El trabajo está hecho y
bien hecho en lo que a nosotros respecta. Un tornillo y una tuerca. El barco ya
debería estar en el agua, flotando en el mar azul y aprovechando el precioso
viento de poniente que nos estaría empujando bajo el limpio cielo hacia nuestro
próximo destino. Pero una tuerca y un tornillo nos mantienen varados desde hace
días. La gente de tierra no entiende de bonitos vientos ni de sueños sobre el
mar azul. Un barco es un capricho y su capitán una fuente de ingresos
ilimitada. El tiempo pasa y el dinero se esfuma. Paciencia. Sabemos que al
final partiremos, pero el precio de los sueños es alto. Ni un tornillo ni una
tuerca, ni todo el tiempo perdido, ni todos los obstáculos que se
plantean nos pararán. Grecia y el Mediterráneo antiguo nos esperan.Pero de
momento, aquí seguimos...
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