lunes, 16 de enero de 2017

Marettimo








Marettimo. Bonito y sugerente nombre para una isla. Una isla formada por una alta montaña, un pequeño puerto y un grupito de casas blancas y cuadradas como cubos en torno a él. Aguas limpísimas y transparentes. El puerto se llama Skala Nuova y en él, el fondo es totalmente visible a través de un mar de cristal. La posidonia y los muertos de los atraques destacan en él, y desde este puertecito salen los ferries que van a la cercana isla de Favignana y a Trapani, en Sicilia.
En esta isla de verde montaña cubierta casi siempre por un penacho de nubes atrapadas en su cresta, nos encontramos con el “Orión”, un velero español en ruta hacia las islas Eolias, en la parte este de Sicilia. Una cena en un bonito restaurante y un paseo por las callecitas del puerto junto con su tripulación, con la que hablamos de navegación, de pesca y de la vida en general, amenizan la visita a Marettimo. Una atractiva mujer elegantemente vestida, rubia y de ojos azules, cena solitaria en el restaurante “Il Velero” junto al mar…  Algunos jóvenes ríen y conversan y beben sentados en la terraza de un bar en un pequeño paseo marítimo. Las tripulaciones del “Orión” y “El Gaviero” también beben y charlan y fuman y descansan reponiendo fuerzas para continuar la travesía hacia Sicilia mañana temprano. Una escala breve en Marettimo, pero el viaje debe continuar.

Con viento del nordeste la proa del Gaviero apunta al cabo San Vito, en el extremo oeste de Sicilia, a la mañana siguiente. El cielo limpio y el mar encrespado conforman el fondo del cuadro en el que se destacan las islas Égadas y Sicila al fondo, pero ese mismo mar encrespado comienza al poco a inundar la cubierta de proa y a escorar el barco haciendo el avance de éste cada vez más complicado, de modo que acabamos entrando en el puerto de Trapani entre fuertes rachas de viento y corriendo delante de las olas tan rápido como nunca antes habíamos ido.



Trapani

La marina “Vento di Mestrale” es un pequeño puerto deportivo con cierto encanto debido sobre todo al personal que la atiende y al lugar en el que se encuentra ubicado, junto al puerto pesquero de Trapani, en el extremo occidental de la isla de Sicilia.
Stefania es un chica joven, de veintitantos años, pelo corto y moreno, piel trigueña y sonrisa y amabilidad exquisitas. Ella es la que atiende a los capitanes de los barcos que paran aquí en tránsito desde o hacia Cerdeña y ayuda en todo lo que puede a hacer la estancia aquí lo más agradable posible. Y lo consigue. Vaya si lo consigue. Con eficacia y simpatía. Como al final el Gaviero acabó amarrado aquí muchos más días de lo previsto, llegué a conocerla un poco gracias a los ratos que pasé en la oficina de la marina tratando de encontrar repuestos para el piloto automático, que decidió dejar de funcionar sobre las altas olas que nos trajeron en volandas desde Cerdeña. Me contó que apenas tenía días libres, que pasaba prácticamente el día entero en el trabajo y que ganaba muy poco dinero. Una historia más de personas que se esfuerzan y que están sobradamente preparadas para el trabajo que realizan y a las que no se les reconoce nada de esto. Sinceramente, le deseé mucha suerte a la bella Stefania, una flor en el jardín de la marina “Vento di Mestrale”.
Toni es el encargado del puerto y tiene una impresionante pinta de mafioso moderno, cara de permanente enfado, cráneo rapado, grandes gafas de sol con espejos, pantalón corto y polo con el cuello levantado. Vive con su gritona mujer y un número indeterminado de gritones niños en una casita flotante de madera amarrada en uno de los pantalanes de la marina. Sin embargo, este personaje poco simpático en un primer contacto, resultó ser un tipo comprensivo que me hizo la estancia en esta ciudad muy agradable y me ayudó a resolver los problemas que me impedían continuar con mi viaje, rebajándome incluso el precio del atraque a la mitad y cuidándome el barco, que quedó atracado junto a su casa flotante, durante los días que estuve fuera visitando a  mi hija. Como con tantas otras personas en estas viejas ciudades mediterráneas, es una cuestión de saber cómo llegarles. Algo difícil de aprender para algunos, e innato en los que hemos nacido en cualquiera de estos pueblos meridionales.
Los amigos se fueron; Carlos se marchó temprano por la mañana; los tripulantes mallorquines del “Fresa” partieron rumbo a las islas Eolias; mis amigos del “Orión” se fueron poco después, y me quedé totalmente solo, un poco melancólico, ofuscado por los inconvenientes en el barco y preocupado por lo que me quedaba por delante hasta llegar a Grecia…

Casita flotante de Toni



Pero puestos a tener que esperar amarrado, más valía aprovechar el tiempo. Cogí un autobús urbano frente al puerto, que llevaba dando un paseo por toda la ciudad hasta el lugar desde el que parte un funicular (aquí llamado funivía) a Erice, una ciudad mágica.
Las afueras de Trapani no son bonitas. Es sucio, desordenado, un poco caótico, parecido a cualquier otra ciudad mediterránea de tamaño medio. El personal del autobús, idéntico al que podría viajar en un bus de mi ciudad; Conversaciones en voz alta, señoras mayores con vestidos veraniegos negros o de flores; atascos circulatorios; el típico “colgado” protestando y gritándole al conductor… Una chica acompaña a éste (el conductor) durante todo el trayecto, de pie y hablando con él bajo un cartel que dice:  “Non parlare al conducente”. Agradable…
Luego, el funivía asciende por las laderas de la montaña en silencio, un poco balanceado por el viento y descubriendo unas vistas impresionantes de la lengua de tierra que se adentra en el mar y sobre la que se asienta la ciudad de Trapani. A lo lejos se recorta el cabo San Vito lo Capo. Un trayecto espectacular.
Al llegar, Erice me recibe con el frescor de pueblo de alta montaña. El aire es limpio y puro y el viento vivificante empuja las nubes, que corren por el cielo y se pasean entre las casas de piedra. Numerosas iglesias y casonas de personajes ilustres adornan las calles de esta ciudad de cuento, y un castillo con torreones corona la parte más alta de la cuidad. Abajo, sobre una alta roca, una especie de palacete con aspecto de pertenecer a algún cuento de hadas se yergue altivo y hermoso.
No era posible imaginarse que en una ciudad como Trapani se levantara un lugar tan bello y tranquilo como éste…


Erice


En la próxima entrada, viajaremos hasta Cefalú y conoceremos a un interesante grupo de amigos israelíes…

2 comentarios: